sábado, 14 de enero de 2012

LAS DESAVENENCIAS DE POBRE GUSTAVO




Él y su incapacidad para amar se fueron lejos un día.Gustavo fue el último hombre en ese país con corazón de hojalata, no alcanzaron los implantes, no quedaba más doctor, se acabaron los plazos, no hubo más tiempo, nadie se acordó de él, nadie volvió a notar su rostro lánguido caminando por esas calles. Siempre se sintió perdido desde que su madre lo desconoció al nacer. Ella le preguntó en 3 ocasiones a la matrona si de verdad era su hijo, acto seguido, las enfermeras se iban como palomas al pasillo para rumorear. Sucedió que durante el periodo 2017 - 2150 las ondas electromagnéticas de las antenas de teléfonos celulares mostraron al mundo sus estragos. No fue tanto que nacieran niñas con un solo ojo, con tres orejas, con 5 piernas, con 7 brazos, si no que poblaran el país del olvido personas sin emoción. Dejaron de nacer siameses, gemelos y mellizos. La gente cada vez anduvo más separada. El día que comenzaron a entrar los ingenieros junto con los ginecólogos a la sala de partos el país definitivamente cambió. Nacían niños sin corazón. Las empresas de telefonía con miles de querellas encima dieron como solución poner a todos sus ingenieros a disposición de los hospitales, crearon un chip cardiaco, que encerrado dentro de una caja circular de hojalata enviaba al cerebro todos los impulsos nerviosos necesarios para hacer funcionar el aparato humano completo, la única salvedad del inventó sería, que estaba incapacitado para generar sentimientos. ¿Qué sería del sufrimiento, del dolor? Nadie más derramaría una sola lágrima por pena, por extrañar mucho. El amor se tuvo que inventar en un formato inyectable muy similar a la heroína, se calentaba momentos antes de entrar al torrente sanguíneo, y ahí se quedaba dando vueltas, causando estragos en el cerebro, en las glándulas, casi en el alma durante un par de horas, luego todo volvía a ser estándar, liso y silencioso. Solo de esta forma se pudo traer nuevos humanos al mundo.
Durante esos años se avanzó mucho en nuevas tecnologías, la sociedad se dedicó a trabajar noche y día, la productividad, los índices económicos, el liderazgo mundial, todos incrementos en y tanto porciento que sumaron a la balanza de los días sonámbulos. Hasta que comenzó a morir gente en la calle. Iban caminando tranquilamente por la acera y se desvanecían. Madres con niñas de la mano caminando por la ciudad y morían. Caían como pájaros al suelo. Las otras gentes rápidamente llegaban hasta el lugar para levantar los cuerpos, por una cosa de higiene pública, por no tropezarse con ellas, por nada más. Cuando toda la gente moría y los laboratorios con la producción de amor no dieron abasto, tuvieron los médicos con los ingenieros más el mismísimo presidente de la república una reunión muy importante. Se encerraron durante días. Las secretarias se paseaban de un lado a otro como gato de reloj. Las noticias solo hablaban de la espera, hasta que el vocero de gobierno un buen día, por cadena nacional, informó al país sobre una nueva estrategia - campaña que consistiría en implantarlos a todos. Se mandarían a confeccionar corazones a un país secreto. De inmediato la gente hizo filas infinitas en los consultorios para pedir su hora, llegaban adultos y ancianos, niños con 7, 5 y 3 brazos, mujeres sin voz, hombres sordos anotándose en las listas de próximos trasplantes. Hasta que llegó el día y se transmitió por televisión abierta el primer caso. Lo durmieron, le abrieron el pecho, extrajeron de la cavidad una caja redonda oxidada que aún vibraba y emitía un sonido como catre viejo en movimiento, y de inmediato conectaron a las válvulas el nuevo corazón. Hubo un silencio profundo, parecido al silencio de los milagros, hasta que el corazón comenzó a latir, y un suave murmullo se sintió por todo el país. La operación había sido un éxito. Todos ya iban teniendo un corazón. Se vieron manos unidas al caminar, niños jugando en la calle, celebración de los cumpleaños, casas pintadas a color, se vio después de tantos años una sonrisa y fue de una mujer a la que se le cayó su helado en el centro de la ciudad, fue portada de todos los diarios. Los índices de productividad bajaron, es innegable, pero volvieron a nacer gemelos y mellizos. El país se vio en una celebración inmensa, vibraba, se enamoraba, todo a pedir de cuentas, si no fuera por…Gustavo, que no fue contabilizado en el número de corazones que se mandaron a confeccionar para la campaña. Ése día, precisamente a esa hora, Gustavo se cambiaba de ropa en el camarín, muy cansado después de un doble turno. A ninguno de sus compañeros se le ocurrió decirle al censísta que Gustavo también contaba. Nadie se acordó de él. Cuando todos ya se habían operado, pobre Gustavo, se sentía como bicho raro, corrían niños y adultos en bicicleta interceptaban el camino del parque, mujeres escotadas, perfume en aire, soledad extraña, por primera vez extraña. Gustavo en noche pensó que ya nadie estaba solo salvo él, armó su maleta, cargó sus libros y se fue. No quiso molestar.


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