lunes, 30 de enero de 2012

EL CLAVADÍSTA






Un Clavadísta esta a punto de saltar. A su alrededor la aglomeración de gente expectante no puede ser mayor. Todos los medios del D.F. han publicado en sus portadas el suceso. Los otros concursantes sin admitirlo se dan por vencidos un día antes de la competencia, de todas formas asisten. Hay un día de sol esplendoroso que rebota en las gafas de sol con espejos del espectador allá en la esquina, el tipo de cabello dorado y tez colorada, remera blanca con líneas horizontales azul y verdes, pantalón café claro, cinturón de cocodrilo. También el sol choca con su casi Rolex. Al lado suyo, su hija de 9 años, con dos moñas en su pelo y frenos en los dientes, come un helado de 5 sabores el cual repasa a cada lado con su lengua sin dejar ni un segundo de emitir un desagradable sonido que bien pudiese ser un exceso en su producción de saliva, las amígdalas hipertrofiadas o un tren imaginario con sonido real que pasa por esos rieles sobre sus dientes. Ya cuando le queda solo un sabor, el padre, encandilando a los chicos de al frente con el reflex de sus gafas le pide que no meta ruido, que los concursantes necesitan concentración, o sea, cero ruido, Entiende Caramelito? Ella asiente con la cabeza y espera a que papi vuelva a cegar ahora a los competidores para volver a terminar su helado. Por la noche la vida entera del Clavadísta pasó por su mente en un minuto, como el negativo de una vieja película. El sintió algo en el corazón, una suerte de calambre que no supo bien si venía del cuerpo o del alma. Algo en su interior le avisaba que ya no eran tiempos de saltar, que debía aterrizarle la tranquilidad a sus días. Sentado frente al espejo del tocador en su habitación, desnudo, vio como su rostro en pocos instantes había envejecido, unos 20 años. Se volvió a ver el cuerpo, sus partes deportivas y todo seguía igual, solo su rostro contaba otra historia. Miró a su alrededor y estuvo en la misma inmensa casa que había comprado con el dinero de aquellos premios. Solo que no vio a nadie más. Solo sus manos. Solo dos irremediables manos sobre sus piernas. Aquél jardín con columpios fuera del gran ventanal, vacío. La cocina, polvorienta, intacta, con su himen enlatado. Las habitaciones repletas de ecos que solo él escucha. El colchón, como nuevo. Sus 20 años después le dieron en el pecho y cuando se mojo la cara para despabilar, todo siguió intacto, solo que 20 años antes. Se trataba del titulo mundial, El Titulo Mundial! Maldita sea, Lo habías soñado desde los 7 años, Me vas a decir que ahora tienes miedo? Que es demasiada la altura? Que temes caer entre los roqueríos y pasar a ser una leyenda a lo igual que El Gran Armando Ortiz 20 años atrás? Mejor descansa, falta poco. Una vez en la cama, no logró quedarse dormido, volvió a la cabeza con todo su peso aquella última conversación telefónica del día: Estoy embarazada, vas a ser papá. Ya por la mañana tomó las llaves y condujo sin pensar en nada. A su llegada 12 periodistas le aguardaban con un mar de preguntas. Dedicará a su padre el triunfo Señor Ortiz? Debe estar muy nervioso, está pálido. De su camarín no salió hasta el momento en que su nombre por alto parlante se escuchó fuerte. Se paró erguido, miró al horizonte, respiró profundo tomando calma en el asunto cuando de pronto una luz en su rostro comenzó a encandilarlo. Puso una mano al frente y entre los dedos vio a un hombre de pelo rubio, con aspecto de turista que exhibía su sonrisa de bicarbonato como si fuese la única estúpida mueca que tuviese en el rostro. Exigió a la organización que lo sacaran de ahí rápidamente. Al cabo de 5 minutos de pie ahí sin mover ni un solo músculo, como estatua en exhibición, siendo foco de flashes y pregunta multitudinaria, saltó. Por entre las nubes se vio caer ligero, como alfiler desde lo alto, puntual al océano. Algunos espectadores vieron como 1 roca inmensa se movió sin tapujo hacia la izquierda. Otros lo vieron entrar a las fauces del mar y luego ser devuelto. A ella le devolvieron el alma al cuerpo. Él le dijo que sería la última vez. Su padre gritaría de emoción.

2 comentarios:

  1. que decir, ligero, entretenido, agarrador, muy bueno, esperaba que el viejujo de las gafas fuera mas maldito, jaja, pero excelente

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  2. Me sentí atraído con la energía del final del cuento, casi conteniendo la respiración... Excelente!!

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